13 de diciembre de 2013

Arroz Mandela




Arroz Mandela

Queridas amigas: el pasado puente de la Inmaculada tenìamos previsto un viaje por tierras de Salamanca, o por Aracena, o por Berlín o Dublín, o incluso Florencia; el caso era aprovechar unos días de descanso que no siempre le tocan a uno, por tener que trabajar festivos y fines de semana. 

Pero mi princesita titular del blog se ha lesionado la espalda y nos hemos tenido que quedar en casa. A mal tiempo buena cara, así que ¡eureka! puente gastronómico. "Cariño, voy a hacer unas lentejas con manitas, un guiso de atún con papas, un...", "de eso nada", contesta iracunda la princesita transformada en bruja dietética, "para que me cojas dos kilos antes de Navidad, y luego te infles..."

Total, que hemos intentado no abusar de la mesa, que ha pasado de mesa de comedor a mesita de noche. Pero finalmente pude colar un guiso libre, que os voy a contar, porque el resultado nos gustó. 

Todo comenzó con mi suegra que llamó a su hija para decirle que venía a cuidarla pasado el puente (aquí viene un emoticono adecuado al caso). Prosigo. Bueno. Pues entre las innumerables cualidades de mi suegra (aquí otro emoticono) está las de hacer unos pimientos rellenos de muerte, (en realidad rellenos de carne picada), así que se compraron los pimientos de la foto, con un aspecto fenomenal para ración.


Así que cuando siguiendo mi lema "los domingos: arroz" pensé que un buen arroz con alcachofas que había en la nevera y unas costillas que teníamos congeladas. Pero mira por donde también había comprado carne picada para un guiso de carne que pensaba hacer mi mujer y que publicará más adelante.

Y dando un paseíllo por el mercao vimos en el puesto de El caramelo unos mini pimientos que ya me terminaron de completar la inspiración: el arroz del domingo será con pimientos rellenos de bocado.



Y manos a la obra: vamos a hacer tres cosas a la vez, en tres fuegos de la cocina. El que tenga tiempo o se aturuye, puede hacer de uno en uno.

Primero vamos a hacer el sofrito: en la paella picamos una cebolleta en un chorreón de aceite a fuego lento, no perdiéndola de vista ni de moverla para que no se nos tueste ni se caramelice, aunque el fuego sea mínimo.



Cuando  la cebolleta va haciéndose más blandita añadimos un pimiento verde picadito


Y cuando todo este hecho se le añade tomate, que puede ser triturado de lata, natural rallado, o como el que utilicé: tomate en conserva de mi suegra (nuevo emoticono). 


Y cuando el sofrito se ha terminado yo le añado este triturado : en un mortero machaco un clavo (de olor, claro, y solo uno que a mi mujer no le gusta que se note; cada cual al gusto de cada cual). Ya el clavo machacado añado dos dientes de ajo sin el tallo central, sin echar sal para que no resbalen porque ya nos sirve para esto el clavo. Luego se añade pimentón dulce, sin pasarse, pimienta recién molida (pasándose no se disfrutan otros sabores), cúrcuma (que además es un buen antioxidante) y un sobrecito de azafrán molido. 


La segunda cosa que hemos ido haciendo es dorar en un cacito un poco de cebolleta y unos piñones, y cuando estén doraditos añadimos la carne picada. No os digo cantidades, sino las que necesitéis para el relleno de los mini pimientos. 









Una vez terminado de freír el conjunto le añadimos una poca de pimienta recién molida y un poco más de nuez moscada (mosqueda que diría mi amigo José Enrique, y quinientos millones más de chistosos inteligentes).

Sacamos a un platito el conjunto y sin quemarnos vamos rellenando los pimientitos ya lavados; y digo sin quemarnos, porque si tenemos las manos limpias es lo mejor para rellenarlos e ir empujando con el meñique (la cucharilla de la foto es para quedar bien, aunque aseguro que lo intenté).







Después los empalillé para que no escapara el relleno y en el mismo cacito los freímos una mijilla con aceite.


Y ahora aprendemos que darle la vuelta a los pimientos es complicado con el palillo, por lo que con ayuda de un tenedor que los sujete se los quitamos, y ya podemos terminar de freírlos bien, sin que lleguen a dorarse.


Una vez fritos les añadimos caldo que los cubra y un chorreón de vino blanco. 
Yo tenía -y ahora os confieso que mi mujercita no había sido tan mala con mi estómago- un caldo desgrasado de un codillo hervido que hicimos el día anterior.


Y así los hervimos unos minutejos para que el pimiento relleno esté blandito, contando que luego hervirán otros minutos con el arroz.

Una vez hechos los apartamos y reservamos el caldo.

Y la tercera que cosa que hacemos a la vez es poner agua al fuego y cuando arranca a hervir empezamos a quitar las puntas y hojas duras de las alcachofas y las vamos echando al agua hirviente. Si lo hacéis así no hay miedo de que ennegrezcan, ni habrá que echarles limón, ni nada que nos aporte un sabor no llamado a filas.



Cuando estén blandas las dejamos en el mismo agua, pues si las sacamos ahora sí pueden ponerse negras o verdes o verdes oscuras.

Y ya tenemos los tres elementos de nuestro plato. Ya nos quedan 20 minutos ¡qué emoción!


En la paella con el sofrito añadimos el magnífico caldo codillero, y cuando comience a hervir ponemos el arroz (en este caso teníamos bomba) a estilo tradicional del levante: una ristra de arroz de asa a asa. 



Distribuimos el arroz por la paella, añadimos las alcachofas  escurridas los pimientitos rellenos, ponemos un poco de perejil picadito por encima, y le damos unos 5 minutos de cocción fuerte, y luego estuvo 13 minutos a fuego moderado, teniendo ocupado el cacito con más caldo caliente por si el arroz estuviera sediento y pidiera más.



El tiempo de cocción es muy importante y cada tipo de arroz, incluso cada marca tiene el suyo, por eso yo aconsejo utilizar la misma marca que nos guste y saber que de caprichoso es con el tiempo.

Pasado el tiempo de cocción hay que darle 5 minutos de reposo, cubierto con un trapo. O a la manera más rústica de taparlo con un periódico. En cualquier caso es obligatorio que repose tapado mientras nos tomamos una ensalada, o el aperitivo, o simplemente vais salibeando como buenos paulovianos.


Como veis lo tapé con el periódico, cuya portada era de una foto sobre el fallecimiento de Mandela, lo que me sugirió el nombre de este arroz en su honor, no solo por la foto del periódico, sino porque este arroz lleva pimientitos de distintos colores, pero todos con el mismo relleno...

Tras cinco minutos de reposo aquí os pongo el resultado:


Mínimamente meloso, coges una cucharada de arroz con un pimientito de bocado, y el sabor en la boca es realmente bueno (diría que muy rico si no fuera modesto). Y si te entra a la vez una alcachofa es que tiene una boca ancha, pero mejor tómala entre cucharada y cucharada de arroz con pimientito, ¡qué rico!.


Hasta la próxima esperando que la princesa se encuentre mejor.


















































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